jueves, 12 de septiembre de 2013

Biografías dabajurenses: FEDERICO ANTONIO LÓPEZ MARTÍNEZ. El comerciante matemático.

      En el afán por plasmar el legado de nuestra gente, como un homenaje al aporte significativo a nuestra idiosincrasia, me he propuesto a divulgar biografías, fotos, anécdotas de tantas personas que llevan guardado el nombre de Dabajuro adjunto a sus huellas.
      Tomado de la publicación Galeria de Personajes "José Antonio Reyes", inaugurada el 18 de julio de 2005 como un proyecto escolar de investigación de los niños 6to grado A y B promoción "Aniversario del juramento del Libertador en el Monte Sacro"bajo el lema: rescate de lo nuestro, patrimonio cultural de Dabajuro, inicio transcripción textual con el inolvidable:

Federico Antonio López Martínez

"La calculadora humana"
     Nace el 5 de marzo de 1944, en el caserío El Yabito, municipio Dabajuro y muere un 29 de mayo de 2003.
     Hijo de Natividad López y Marcelina Martínez de López. Desde pequeño se traslada con su familia a Santa Rosa y en el año 1954 llega a Dabajuro en plena dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Era el mayor de 12 hermanos y tuvo que dedicarse desde los 13 años al comercio. Logró estudiar con mucho esfuerzo hasta el tercer grado de educación primaria, donde se le llegó a conocer como "La calculadora humana", ya que manejaba con increíble habilidad y rapidez las operaciones básicas de las matemáticas.
     Federico Antonio pensaba que las personas, al igual que él, podían adquirir esa destreza con los números. Claro está, con mucho esfuerzo, trabajo y dedicación.
Dabajuro lo acoge por su sencilléz y extraordinaria franqueza, ya que él decía que se ganaba la vida casi sin trabajar. Como anécdota y quizás gracias a su increíble habilidad para con los números, se jugaba a la lotería 1200 Bs diarios, que era un dineral para ese momento y siempre ganaba. El dinero obtenido lo invertia en mercancías y guardaba para seguir jugando.
     Como comerciante vendía desde un peine hasta un destornillador, desde un mentol hasta una tarjeta magnética telefónica. Tenia un lugar fijo para sus ventas en la carretera Falcón-Zulia, frente al restaurante El Imperial y utilizaba un vestuario muy peculiar, característica que lo diferenciaba de los demás.
     Murió en este pueblo y su personalidad siempre será recordada por propios y extraños.

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