sábado, 8 de marzo de 2014

En el dia de la mujer, a cada mujer de nuestro Dabajuro...Felíz dia.

En cada mujer que conozco hay una vivencia, hay una enseñanza. No todas, somos buenas, no todas somos malas. No todas somos dulces, no todas somos amargas. No somos objetos de pleitesía eterna, tampoco de humillación. No nacimos para sufrir como se creía, nacimos para ser la primavera del mundo. Escuché alguna vez que la mujer solo estaba en la casa para hacer los oficios, cuidar los muchachos y dejarse preñar cada vez más. Menos mal que me aclararon el panorama. Hoy celebramos el día internacional de la mujer. Se reivindicaban los derechos que nos corresponden un día como hoy, aunque silenciosamente aun existe la esclavitud en el hogar, la esclavitud sexual aun escondida tras la rigurosidad ceremonial, la esclavitud de pensamiento, la necesidad del hombre en pisotear a una mujer para sentirse hombre pleno. La esclavitud de las lagrimas que no dejaremos salir frente a nadie, la esclavitud de no poder decir lo que pensamos por temor a ser más esclavas...sin embargo, seguimos siendo primavera, seguimos lechando y caminando por nuestra libertad, repudiando el libertinaje y la tiranía que no se ve, seguiremos intentando cambiar porque estamos levantando a nuestras hijas bajo un concepto de igualdad de géneros, eso implica el respeto humano en todo su esplendor. Sirvan estas anécdotas tan personales y mi humilde opinión para reconocer el rol de tantas mujeres que son luz en medio de nuestras sombras.

Licda. Lourdes Díaz Güerere
      Llevo horas trabajando para poder terminar este artículo, en cuyas palabras busco dibujar la esencia de la mujer dabajurense . Pero sé que todas me entienden: me levanté una 16 veces, a atender llamados a la puerta, las niñas necesitan mi atención, el almuerzo, las llamadas, los mensajes, había que limpiar el baño, mirar la cesta de la ropa por lavar, pagar por internet las deudas contraídas, mirarme en el espejo y pensar en que nunca tengo tiempo para ir a la peluquería, miro mis uñas y tienen ese aspecto desdeñoso que va dejando lavar y lavar losa.
        Por supuesto antes de comenzar el día ya me había armado de una oración de gratitud pero también de súplica por un bonito día, ya me había medicado para ese horroroso dolor de vientre que hoy llegó para recordarme que soy más mujer que nunca. Recibí un mensaje temprano y jugando agradecía la felicitación por ser dia de la mujer pero que como me había olvidado tendría que volverme a felicitar el día del adulto mayor, porque así llegamos a sentirnos en algún momento...el rostro de la juventud pero el alma se siente agotada porque necesita respirar sonrisas y alegrías para que se perciba hermosa.
        Pensé en tantas mujeres que nos han forjado. De todas una enseñanza, un ejemplo, que, para bien o para mal llevamos impregnado en cada acción. Recordé al hablar del día de la mujer que mi mamá siempre me inculcó profundamente la importancia de ser una profesional, sin dejar de enseñarme a pintar mis uñas, a maquillarme, a tejer, a cocinar, a realizar cada tarea del hogar con la dedicación y excelencia de un trabajo verdadero, a rezar, a recrear. Nunca se puede borrar de mi memoria que la primera experiencia con la locución que tuve fue tutora mi madre sin saberlo al enseñarme a recitar como toda una artista aquel "galerón con una negra" con el que me gané mis primeros aplausos. No sé si lo hice bien o mal, pero sé que aprendí a decir cada palabra con pasión. Con esa misma pasión ha hecho todo mi madre, desde caer y levantarse, reconocer en ella fuerzas que ni siquiera ella sabia que tenía. Hoy mamaíta tiene tantos roles que parece una oficina sin escritorio: es padre, madre, abuela, artista, ama de casa, enfermera, gusta de salir a la iglesia, a visitar a la familia, a quienes le necesitan, participa de las actividades de la comunidad, ora sin descanso por todos, sabe perfectamente el uso del computador, del internet, de las redes sociales...qué puedo decir si es mi madre...solo que no puedo hablar de la mujer sin hablar de mi madre, porque no podría reconocer en las demás la esencia de lo que somos.
      Analizaba introspectivamente en cómo me siento según mis características y buscaba a quién se me parecía cada una de ellas.
         El amor incondicional al hombre como marido, centro de nuestra vida diaria, se me pareció tanto a mi abuela Luz Emilia. Borrosamente vino a mi mente su impecable rutina: recibir a mi abuelo, quitarle los zapatos, ponerle la comida, acariciarlo...no importaba el humor con el que llegaba su esposo a quien adoró con el esplendor de los amores que no nos caben en el pecho. Ella amó, amó y amó sin condiciones a su esposo, a sus hijos a sus nietos. Amó tanto que no se dio cuenta que se olvidó de amarse a sí misma con la misma intensidad. La recordaba tanto porque esta semana pasaron 10 años de su partida al cielo que coinciden con el mes de aniversario de bodas, la recuerdo siempre, en el servicio, en la tolerancia, en la humildad, en la paciencia, en la risa que viene del fondo del alma.
     La recuerdo junto a mi bisabuela Libia María, mujer impecable, madre de hijos e hijas de su vientre y de su corazón, con una casa llena de propios y ajenos a quien amó. En una oportunidad me preguntaba por qué ella había criado a tantos muchachos coloquialmente pensando y pude recordar que ella decía que nunca se debía dar a los hijos ni dejarlos en la calle porque ella sabia lo que se sufría. Esto en referencia a la prematura orfandad que sufrieron los hermanos Jiménez Ferrer, historia que merece un capitulo aparte porque es una lanza al corazón.
      De mi abuela materna Estílita Rosa Rodríguez Villasmil de Güerere tendría que escribir memorias completas, porque al ser madre de mi madre se convirtió literalmente en doblemente mi madre como dice aquella frase famosa. Ella fue lo más cercano al cariño de mujer que ha de circundar cada alma. Fue y sigue siendo protección, luz y aliento, fuerza y fe, dolor y alegría en una misma escena. Ella es como cada obra que tejió con sus manos, ella tuvo los dones de la mujer impecable que siempre supo decir mientras pudo: me necesitan?
¿Por qué hablar de estas mujeres tan cercanas a mi si hoy es día de la mujer en el mundo?....porque si no reconozco en ellas las virtudes, no podré reconocer las virtudes de las demás. Porque gracias a ellas pude descubrir de cerca cómo es la mujer de nuestro Dabajuro.
       Me contaba alguien muy cercana a don Pachinés Díaz, que él, un hombre viudo ya, a cargo de sus hijos siempre oraba para que Dios le concediera una esposa de Dabajuro, porque, aunque no siendo él de esta tierra, decía que las mujeres de aquí eran tan buenas que solo con una como las de aquí podría reconstruir su vida...y así se le concedió. Esa anécdota me hizo pensar en que somos iguales pero diferentes...una bendición inmersa nos acompaña.
       Admiro a tantas amigas, a tantas mujeres valiosas, desde mi hermana, mis tias, suegra, cuñadas, mis amigas, a mis vecinas, a mis colegas, a las docentes, a las que nos ayudan en los quehaceres domésticos, a quienes venden el café, las mujeres pregoneras, comerciantes, doctoras, enfermeras...!Dios¡ me quedo corta en medio de tantas mujeres que la vida ha puesto en mi camino para ser escuela de vida...
        En una sociedad que parecía tan machista (quiero apartar toda diferencia política por favor que exista porque no es el lazo que me une ni me ocupa) es significativo escuchar en muchos hombres el trabajo que desarrolla una mujer en su rol como alcaldesa de Dabajuro. Insisto, no tienen que compartir conmigo la misma impresión, pero el hecho de que la primera autoridad de Dabajuro sea una mujer indica el reconocimiento de la sociedad a la justicia en la igualdad de géneros que por muchos años nos fue robada en la escena de la historia.
      Quizás no sea justo colocar nombres para enaltecer el rol de la mujer dabajurense en un articulo muy personal, pero quiero dedicarlo con profundo respeto a mujeres muy cercanas a mi, quienes partieron de este plano espiritual recientemente y cuya gratitud es eterna, sé que para muchos también lo fueron: a mi madre de alma María Auxiliadora (Yoya) a mi madrina Nachita Bracho, a mi inolvidable vecina Federica de Cuenca, a mi recordada joven ejemplar y amiguita Yohana Mavárez y a su abuelita doña Anastacia de Mavárez...son tantos los nombres que deben ir en esta lista pero ya las lagrimas propias de mujer comienzan a no dejarme ver la pantalla, pidiendo disculpas miles por las omisiones.
     He visto, conversado, conocido a tantas heroínas vivas, que ya leo pocos libros sobre biografías. Hasta ellas, mis palabras de aliento, de esperanza y de admiración. Siempre podemos cambiar para bien. No conozco por dentro a alguien que tenga tan mal carácter, sea tan dura y amargada como mi yo interno, sin embargo, doblego lo que siento para ser diferente y en eso me he ganado la fama de dulce y dócil, solo que no saben cuánto me cuesta, pero creo que ya lo voy logrando para bien.
     Dios nos bendijo con hacernos mujeres, en mi caso, me hizo madre para enseñar a caminar a dos mujeres en el trayecto de la vida, nos hizo mujeres en una tierra de esplendor.
¡Felicidades a todas las mujeres de nuestro Dabajuro!
Que nuestra fortaleza sea inagotable y nuestras bendiciones eternas.
Dios nos guarde por siempre.