jueves, 10 de marzo de 2016

A los nobles médicos de nuestro Dabajuro: ¡Feliz Dia!

Quizás la palabra gratitud limita tantos afectos que han inspirado la labor de los medicos y médicas de nuestro Dabajuro. 
Desde que inician sus estudios ya tienen el compromiso en el alma con su tierra.
La gran mayoría se graduó en medio de los sacrificios más arduos que hacen de sus historias suspiros de aliento para enseñarnos su camino para servir como instrumentos de Dios.
Me han unido tantos lazos afectivos a la gran mayoría de nuestros doctores y doctoras, expertos no solo en la medicina del cuerpo, sino también del alma. 
Quiero expresarle a tod@s desde esta columna mis congratulaciones en este día de reconocimiento a la labor que ejercen. Desde el que ha sido mi amigo o mi amiga capaz de guardar mis intimidades
...los que han corrido junto a mi para auxiliar a mis familiares
... quienes han pasado noches en vela hasta que no mejoren mis más cercanos afectos
... los que lloraron junto a nosotros la partida de seres amados
... los que sin pedir a cambio ningún honorario han socorrido a mis lágrimas
... a quienes siempre han atendido mis llamadas sin molestarse acaso pese a irrumpir sus rutinas.
 A todos y todas, a tantos y tantas... siempre han estado allí.
¡Dios les pague!
No hay homenaje alguno para reivindicar todo lo que le han dado a nuestra gente.
Nombrarlos es imposible.
Mi padre le encomendó la tarea de ser mi padrino a un gran médico dabajurense, Dr. Eliecer Burgos Delmoral, cuyo mérito fue el habernos servido incondicionalmente en la humildad y el afan del bien, Dios me regaló un hermano del alma prestado por afinidad y que hoy me acompaña desde el cielo, Dr. Escary Reyes Villa...él me enseñó que todo hay que hacerlo bien para los demás. 
Muchos han sido héroes anónimos, muchos saben el olor a necesidad en el más humilde y sin mediar palabra con una simple palmada dicen: ¡vaya tranquilo..!
Asi como he colocado mi experiencia personal en estas palabras, sé que ha sido la de tantas personas de nuestra tierra. 
¡FELIZ DIA!
.....AUNQUE SU DÍA SE CELEBRA EN LA VIDA DE CADA PACIENTE...

Discurso pronunciado por el Dr. Eliécer Burgos Delmoral, en sesión especial con motivo del Día del Médico en Dabajuro, el 10 de marzo de 1997 en el templo San Antonio de Padua. 

(Salutaciones, vocativos)

Jesús Reyes Zavala, alcalde  del municipio Dabajuro. Francisca Oberto Lara, Primera Dama, Dr. Escary Reyes, Jefe Dtto Sanitario Dabajuro. Pbro Ramón Jiménez Petit, eterno sacerdote  de nuestra iglesia de Dabajuro, Pbro, Alejandro Cerviño, párroco de Dabajuro, Dr Manuel Seoane, colega y amigo, Dra. Aira Olivares, Dr. Roger Saavedra, Dra. Nubia  Ocando, GN, defensa Civil, FAP,TT...

….

            Ante todo quiero expresar mi agradecimiento al todas las personas que me invitaron para que hoy pudiese estar aquí compartiendo con todos ustedes en la conmemoración del dia del médico. Especial agradecimiento a mi colega, el Dr. Escary Reyes, compañero de aula en nuestros días de primaria en el grupo escolar “Guillermo de León”.

Cuando se me plateó la posibilidad de que fuese yo quien estuviera aquí en este acto de celebración del Día del Médico me sentí, lo digo sin falsa modestia, muy halagado, puesto que tenemos en nuestro pueblo una gran cantidad de personas con muchos más méritos que los que yo pueda tener.

Hoy me siento muy orgulloso de estar en mi pueblo, al lado de mi mamá, hermanos, sobrinos, amigos y en general de toda la familia dabajurense, a la que me unen profundos lazos de cariño agradecimiento y recuerdos inolvidables.

La vida es una especie de círculo donde en algunas oportunidades podemos volver a trillar un camino ya andado. Hace 32 años aquí en esta iglesia recibí de manos del Padre Jiménez mi primera comunión y hoy recibo aquí de ustedes, su aspecto y respeto, lo cual me hace sentir, créanlo, muy importante.

El día del médico lo celebramos el 10 de marzo en conmemoración del natalicio del Dr. José María Vargas, padre de la medicina venezolana, quien además se destacó  por sus dotes políticas, llegando a ser Presidente de la República. Notable fue también la trayectoria del Dr. José Gregorio Hernández, otro médico venezolano que en su época fue motor para que se produjesen cambios en beneficio de la medicina, y que además se destacó por su nobleza y entrega a los pacientes, lo que ha hecho que hoy esté a punto de ser canonizado.

Aquí en Dabajuro hay muchos médicos jóvenes, se encuentran, algunos,  cumpliendo con su compromiso obligatorio del año rural y otros que se han quedado en nuestro pueblo. A todos ustedes les digo que son muy afortunados puesto que Dios me dio el privilegio de ser médicos, actúen siempre con inteligencia, con sabiduría, con lógica pero, sobre todo, que ese espíritu de bondad que debe existir en cada uno de ustedes siempre esté adelante. Sean honestos, sencillos, humildes. La grandeza está en el alma.

En su ejercicio profesional van a ser tentados muchas veces con proposiciones malsanas. Cúbranse con una fortaleza moral y con mucha paciencia, honestidad y perseverancia logrará lo que ustedes bien se propongan. Siéntanse contentos de su trabajo y hagan que sus familiares y su pueblo se sientan orgullosos de ustedes, busquen siempre la excelencia, la perfección en su trabajo, prepárense siempre y recuerden que así como la gota de agua honrará la piedra, no por su fuerza, sino por su constancia, ustedes llegarán a la meta anhelada con su esfuerzo y perseverancia. En su carrera profesional deberán tomar decisiones de las cuales algún momento dependerá la vida o el bienestar de un individuo y su familia. Estén preparados, no se dejen sorprender, traten siempre con su ciencia y su trabajo de arrebatar de  las garras de  la enfermedad y de la muerte a los pacientes que tengan la suerte de contar con ustedes. No se rindan nunca.

Ustedes tienen la oportunidad de servir en éste o en cualquier otro pueblo, donde lo hagan, sean líderes de la comunidad, únanse con gente positiva que puedan lograr beneficios para su pueblo.

En la medida de lo posible los invito a que sigan sus estudios.

En nuestro pueblo existen una gran cantidad de médicos que han entregado sus vidas al servicio de la comunidad, como es el caso del Dr. José Enrique Zavala, con una destacada labor en Dabajuro y pueblos vecinos, en honor a su obra nuestra medicatura lleva orgullosamente su nombre.

El Dr. Victor López García, quien sirvió con sus conocimientos y mística a nuestro pueblo aliviando penas y que posteriormente viviendo en Maracaibo ha resuelto tantos problemas, que estoy seguro que todos los dabajurenses en algún momento hemos recibido directa e indirectamente la desinteresada ayuda de este benefactor del pueblo.

Debo mencionar también a la Dra. Elvia Faría, incansable servidora de la medicina y que, además, fue pilar fundamental en la creación de nuestra Unidad Educativa Liceo Ángel Dolores Colmán, que tantos buenos frutos ha dado.

Posteriormente con un singular estilo pero con la sencillez  y vocación de servicio, el Dr. Urbina se ganó al pueblo.

Estos insignes colegas y casi coterráneos dejaron profundas huellas y buenos recuerdos en nosotros, hoy viven en otras ciudades del país, pero saben que siempre tendrán el cariño y la consideración de toda la familia dabajurense.

En épocas más recientes hemos recibido otros colegas que llegaron para quedarse y hacer de Dabajuro su hogar. Sembraron aquí sus sueños y esperanzas y han dado a nuestra gente sus mejores años, mejores esfuerzos, con altísima vocación de servicio, me refiero al Dr. Henry Sangronis y al Dr. Manuel Seoane, hoy ellos son dos queridos hijos adoptivos de Dabajuro.

Han transitado por nuestra medicatura gran cantidad de médicos notables que hacen vida profesional en otras partes  de nuestro país. De grata recordación la Dra. Yalida Pereira, el Dr. Faría, el Dr. Lugo, el Dr. Sulbarán y tantos otros que siempre tendrán en Dabajuro su casa.

 En la medicatura rural de Dabajuro, donde tuve la suerte de trabajar durante dos años con una gran cantidad de personas a las que me une un gran afecto: Yalida Pereira, Manuel Seoane, Mery Pineda, Felipe Sulbarán, fueron los compañeros con los que compartí esos dos años de lucha, de alegrías, de tristezas. También ayudaron a mi formación Carlos Mavárez, Lola, Chea, Isol, Romanita, María Delgado, María Rivero, Rebeca Reyes, Carmencita, Oneida, Maria “la China” y muchos otros. Allí comencé a ganar experiencia con el trato sencillo y humilde de nuestra gente. Aprendí a ver lo débil, lo vulnerable que puede ser una persona enferma y qque muchas veces necesita no una dosis de medicina, sino de afecto, de comprensión. Aprendí que lo más importante es saber escuchar.

 En ese tiempo hubo aciertos y hubo fallas, pero considero que me gané el afecto y respeto de mis compañeros y pecientes. Esos dos años fueron tiempo suficiente para pensar en una especialidad y emprendí la tarea en búsqueda de lo que ha sido siempre mi gran pasión: “La Cirugía”. Dios compensó mi esfuerzo y en el viejo Hospital Central encontré lo necesario para llevar a cabo mi sueño de ser cirujano y poder brindar a la gente la oportunidad de servirles cuando sus dolencias ameriten el bisturí.

He tenido la suerte de poder enseñar ahora a otros jóvenes lo que he aprendido y eso me llena de orgullo y debe enorgullecer a mis maestros, puesto que fueron ellos los que formaron las bases sólidas, no solo con información, sino también con formación moral y cristiana para que yo siguiera adelante. De allí que les invito queridos colegas a que busquemos metas, a  que nunca nos gane el pesimismo y desde donde estémos miremos siempre a los demás de igual a igual.

No se vuelvan vanos, siempre sean pueblo.

Quiero proponerle a todas las fuerzas vivas del pueblo (alcaldía, iglesias, médicos, comerciantes, profesores, maestros y en general a todos los que tengan deseos de colaborar) a que se empeñen en la creación de una Fundación que participe en la administración y manejo de nuestro hospital, que busquen a nivel local, regional y por qué no, a nivel nacional, mejoras para la salud de nuestro pueblo. Recuerden que un pueblo unido es un pueblo fuerte.

Aprovecho para hacer público mi agradecimiento a Dios, a mis padres, a mis hermanos, a mi esposa, a mis hijos y a todos los que hicieron posible mi sueño por el apoyo incondicional que me han brindado siempre.

Estoy seguro que todo el pueblo de Dabajuro sabe que tienen en mí un amigo incondicional y Dios permita que por muchos años puedan tenerme allá en el Hospital Central, para en la medida de las posibilidades seguir colaborando con mi pueblo.

Quiero seguir siendo siempre el médico amigo.

Aquí están las generaciones de relevo que lo harán posteriormente.

Los quiero mucho.

          Gracias por su paciencia.

(Fin del.discurso)